Simurg Temático: Capitulares. El Arte en letras

12/09/2019

 
Tal vez nada llame tanto la atención de algunos documentos, ya sean manuscritos o impresos, como las hermosas letras de comienzo de capítulo o sección, llamadas Capitulares. Sin embargo, estas letras, ricamente decoradas e iluminadas, más allá del fin estético que alcanzaron, pretendían servir, fundamentalmente, como apoyo a la lectura.

Origen y características.


La palabra "capitular" o "capital" procede de la latina caput (capita, en plural), esto es, cabeza, y esta tomada como comienzo del cuerpo. Así, podríamos traducir "Letra Capitular" por "aquella letra de comienzo o encabezado."
Fue en el códice Virgilius Augusteus (S. IV), que contiene obras de este poeta latino, donde por primera vez se comenzó a utilizar este tipo de letras.

Las capitulares, siempre a la par de la evolución de las herramientas y soportes de escritura que obligaban a un modo u otro de "dibujar" las letras -del cincelado sobre piedra al pergamino o papel; de la caña a la pluma-, han sufrido a lo largo de los siglos diversas modificaciones y cambios hasta llegar a nuestros días. Algunos de estos cambios se han debido a la mudanza histórica, como la evolución gráfica que comentábamos. Otros, por el contrario, se han debido a la importancia intrínseca que estas letras adquirieron y a las necesidades e intereses en su uso.

Sus dimensiones son variables. Pueden tomar la altura de 2 o 3 líneas u ocupar toda la columna del texto en su margen izquierdo.

A pesar de que nacieron de manera que texto y letra crearan un conjunto armónico (peso del color, textura, etc.), es sencillo encontrar letras que se convirtieron en obras de arte en sí mismas: tan ornamentadas y dispuestas en las zonas más importantes del documento, que acaparan todo el protagonismo.

Esta paulatina evolución dio lugar a las llamadas "creaciones nacionales", es decir, a su diferenciación según los países que acabaron identificándose por el estilo de sus manufacturas.

Las técnicas, por otro lado, fueron perfeccionándose con el paso del tiempo y el gusto hasta la irrupción de la imprenta que trajo consigo un nuevo modelo en la difusión de la literatura.

Uso. Marca de texto, fomento de la lectura... y Arte.

El nacimiento de las letras capitulares se debió a necesidades puramente prácticas. La scriptio continua, heredera de la escritura lapidaria romana, sin separación de palabras ni signos de puntuación, dificultaba enormemente la lectura y la localización de pasajes dentro de un texto extenso. A ello se le sumó la homogeneidad, regularidad y monotonía de la escritura medieval. Fue en este contexto en el que la letra capitular se estableció como marca de inicio de texto.

En un principio su presencia en los documentos fue muy tímida y, a menudo, acompañada de otras a lo largo del texto que, marcando los comienzos de frase, sección o párrafo, permitían determinar el ritmo de la lectura. Sin embargo, según se fue adquiriendo más espacio, se fueron haciendo más grandes, más diferenciadas y mucho más decoradas, llegando a desplegarse todo un panorama de tipos, manufacturas y estilos que alcanzaron, finalmente, una expresión simbólica, con la utilización de sus propias abreviaturas o el uso de anagramas (piénsese, por ejemplo, en el anagrama de Cristo de los códices)

Por tanto, su función artística, alcanzada en una etapa madura de su creación, se sumó a un primer recurso "cognitivo" destinado a agilizar y relajar la lectura y ayudar a hallar pasajes dentro de un texto, tema especialmente útil en los libros litúrgicos que debían leerse en zonas con escasa iluminación.

Con el avance de la escritura y sus tipos, se llevaron a cabo intentos de normalización de la escritura. Esta normalización, junto con la tipología de las letras precedentes (quadrata, rustica, uncial y semiuncial), sirvió para jerarquizar los textos y sus contenidos. Esta jerarquización textual permitió, por un lado, ganar en rapidez de escritura y ordenar las partes de los textos de cara a una mayor comprensión lectora; y, por otro, otorgó más espacio a las letras capitulares para un desarrollo más decorativo y menos funcional.

La llegada de la imprenta.

La llegada de la imprenta entrañó una revolución en la creación y difusión de la literatura. En lo que respecta a la las letras capitulares, en los inicios la imprenta pretenderá mantener lo más fielmente posible el estilo de los manuscritos precedentes. Así, se llevó a cabo la copia caligráfica de los mismos y las letras capitulares se imprimieron en blanco y negro, como el resto del texto, dejando el hueco que, con posterioridad, rellenaba el ilustrador. Esto, que puede resultar un trabajo sencillo, en la práctica suponía un gran esfuerzo y, a menudo, conllevaba conflictos con los iluminadores.

Por todo ello, a la búsqueda de impresiones más económicas, se unió el dejar de emular el color y los tipos manuscritos comenzando a imprimirse las letras huecas, en blanco y negro. Este "desprendimiento" de la tradición manuscrita, abrió el camino de la personalización y especialización: cada impresor creó sus propias "marcas de imprenta" y buscó las maneras de destacarse y distinguirse de los colegas en una industria que crecía y se profesionalizaba cada vez a mayor velocidad.

Con el comienzo en el uso de los signos de puntuación, las letras capitulares fueron quedando relegadas y perdiendo todo componente funcional, aunque continuaron utilizándose como recurso estilístico.

Contemporaneidad de las letras capitulares.

Actualmente las letras capitulares no han desaparecido. Aun las encontramos en libros, en publicaciones periódicas o en marcas corporativas. Ya han perdido, es cierto, toda su finalidad cognitiva pero no aquel otro objetivo que busca que nos fijemos en ellas: en los anagramas que crean, en su espectacularidad y aparente espontaneidad; o, al fin, que, sin darnos cuenta, captemos más información de la que creemos estar recibiendo: un "sistema actual de fomento a lectura"... De un modo u otro, la evolución constante de las letras capitulares las ha traído hasta nuestros días, unas veces como "arcaísmo filológico"; y, otras, como modernidad incuestionable.

Alexandra López
Proyectos de Digitalización-Simurg



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